Tiempos modernos. Ese era el título de una de las más
grandes películas del increíble y asombroso Sir Charles Spencer Chaplin. Dicha
obra maestra es de 1936, pero muy bien podría ser contextualizada en los
tiempos que corren hoy día, en los cuáles abundan una cantidad de ilustrados,
iluminados y personajes de diversa índole que viven con toda clase de privilegios
a pesar de las pequeñas minutas recibidas por el pueblo.
Y hablo de pueblo y no quiero dejarlo pasar por alto. La
antigua sociedad clasista se sigue desarrollando hoy día. Seguimos teniendo
nobleza, clero y pueblo llano. En este caso todos somos capaces de percibir
cierto grado de injusticia en las decisiones tomadas por la “nobleza”, que en
tiempos actuales está formada por banqueros, políticos y personajuchos que
viven debajo de las faldas de otros señores con una única filosofía de vida: el
“Sí, Güana”. No me creo que si cada persona en el mundo sacara su orgullo a
relucir buscando justicia, siguiéramos así. Cada persona debería batirse contra
sí mismo y sacar de dentro todo aquello por lo que quiere luchar, por seguir
viviendo como hacía Tom Hanks en Philadelphia.
Justicia ante las desigualdades
de la nobleza. Justicia, y al mismo tiempo felicidad. Felicidad que se nos
quita justo en el momento en el que nacemos y se nos marca ese fatídico
objetivo: trabajar. Ese a día de hoy es el único fin que tenemos en la vida. Desde
que tenemos conciencia somos incentivados a estudiar, nos motivan para ser los
mejores para conseguir un buen puesto de trabajo y ganar mucho dinero, y mi
pregunta es: ¿no puedo ser simplemente uno más? ¿acaso el dinero no corrompe a
una persona?
Trabajar, trabajar y trabajar, eso es de lo único que se
habla hoy día, pero estoy mucho más seguro desde que tuviéramos uso de razón
nos marcaran como meta la búsqueda de la felicidad esta sociedad actual cambiaría
mucho. La vida debería ser enfocada un musical en el cuál cada acto te haga
vivir infinitas sensaciones de pasión y desesperación, de felicidad y tristeza,
de miedo y alegría…de vida y muerte.
All that Jazz de 1980 nos muestra muy a las claras lo que
tiene que ser nuestro paso por el mundo enfocándolo en el último pasaje de la
vida. Una muerte, sí, triste pero feliz al mismo tiempo.
brillante
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