domingo, 15 de enero de 2012

Ojo cinéfilo (1)


Tiempos modernos. Ese era el título de una de las más grandes películas del increíble y asombroso Sir Charles Spencer Chaplin. Dicha obra maestra es de 1936, pero muy bien podría ser contextualizada en los tiempos que corren hoy día, en los cuáles abundan una cantidad de ilustrados, iluminados y personajes de diversa índole que viven con toda clase de privilegios a pesar de las pequeñas minutas recibidas por el pueblo.
Y hablo de pueblo y no quiero dejarlo pasar por alto. La antigua sociedad clasista se sigue desarrollando hoy día. Seguimos teniendo nobleza, clero y pueblo llano. En este caso todos somos capaces de percibir cierto grado de injusticia en las decisiones tomadas por la “nobleza”, que en tiempos actuales está formada por banqueros, políticos y personajuchos que viven debajo de las faldas de otros señores con una única filosofía de vida: el “Sí, Güana”. No me creo que si cada persona en el mundo sacara su orgullo a relucir buscando justicia, siguiéramos así. Cada persona debería batirse contra sí mismo y sacar de dentro todo aquello por lo que quiere luchar, por seguir viviendo como hacía Tom Hanks en Philadelphia.


Justicia ante las desigualdades de la nobleza. Justicia, y al mismo tiempo felicidad. Felicidad que se nos quita justo en el momento en el que nacemos y se nos marca ese fatídico objetivo: trabajar. Ese a día de hoy es el único fin que tenemos en la vida. Desde que tenemos conciencia somos incentivados a estudiar, nos motivan para ser los mejores para conseguir un buen puesto de trabajo y ganar mucho dinero, y mi pregunta es: ¿no puedo ser simplemente uno más? ¿acaso el dinero no corrompe a una persona?
Trabajar, trabajar y trabajar, eso es de lo único que se habla hoy día, pero estoy mucho más seguro desde que tuviéramos uso de razón nos marcaran como meta la búsqueda de la felicidad esta sociedad actual cambiaría mucho. La vida debería ser enfocada un musical en el cuál cada acto te haga vivir infinitas sensaciones de pasión y desesperación, de felicidad y tristeza, de miedo y alegría…de vida y muerte.
All that Jazz de 1980 nos muestra muy a las claras lo que tiene que ser nuestro paso por el mundo enfocándolo en el último pasaje de la vida. Una muerte, sí, triste pero feliz al mismo tiempo.


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